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Académica María Angélica Benavides expuso en seminario “Poder Constituyente y Reforma Constitucional” organizado por la Universidad Externado de Colombia

La Directora de Investigación y profesora de Derecho Internacional de la Facultad de Derecho de la U. Finis Terrae expuso sobre el rol de la mujer en el proceso constituyente chileno junto a Catalina Lagos, profesora de la U. Alberto Hurtado.

Académica María Angélica Benavides expuso en seminario “Poder Constituyente y Reforma Constitucional” organizado por la Universidad Externado de Colombia

“En Chile estamos viviendo inequívocamente un momento histórico político, social y hasta, espero, cultural. Es quizás uno de los momentos más relevantes que hemos tenido”, señaló la académica al inicio de su ponencia sobre el eventual proceso constituyente que se avecina en Chile, aclarando que si bien la actual Constitución difiere profundamente de la de 1980 y que el texto actual se ha legitimado en el Derecho, “parece ser que no posee una legitimidad social. Desde ese punto de vista, el cambio que sea y la opción democrática que resulte en octubre tenemos que aprovecharla. Y para eso hay que cuidar mucho los diálogos previos, para que no queden heridos después y podamos tener de verdad una discusión rica y productiva”, advirtió.

En la tercera sesión del seminario dedicado al proceso chileno organizado por la Universidad Externado de Colombia, se abordó como temática el rol de las mujeres en el proceso constituyente. Para analizar la cuestión constitucional y la necesidad –o no– de realizar cambios desde una perspectiva de género, ya sea a través de reformas o a partir de un nuevo texto, la académica analizó el tema desde tres perspectivas: la opinión de las mujeres sobre el proceso constitucional; lo orgánico –es decir cómo participan las mujeres en este proceso– y el fondo; cuál es la regulación que tenemos y cuál es la que las mujeres quisieran tener.

Con respecto al primer tema, la profesora Benavides si bien planteó sus dudas de que exista una opinión común a todas las mujeres como colectivo, señaló que basada en diversas encuestas parece ser que “la exigencia de mayores grados de participación tanto en ámbitos públicos como privados es algo que las mujeres demandan de manera conjunta”.

Con respecto a la orgánica del proceso, la profesora Benavides recordó que diversos estudios demuestran que la mujer tiene una situación de mayor vulnerabilidad en relación al hombre y existe un desequilibrio en su participación en los espacios de decisión y poder tanto en ámbitos privados como públicos, previo a abordar la regla de paridad de género instaurada para el eventual proceso constituyente.

“Yo soy de aquellas a quienes no le gustan las distorsiones en los procesos democráticos y de alguna manera las cuotas distorsionan ese proceso, aunque no sea políticamente correcto decirlo. Pero ya es una opción tomada por el Estado y tenemos que hacerla nuestra todos, tanto aquellos que estén a favor o en contra de la paridad. Creo que es importante que nos vayamos haciendo cargo de las normas que tenemos para el proceso, para ir avanzando y poder sentarnos a conversar”, señaló, agregando que en el actual proceso esta regla le parece “conveniente” dado que “la distorsión en la democracia era previa: la paridad no vino a distorsionar la democracia ex post. Sin perjuicio de ello, creo que en Chile falta todavía definir la participación de otros grupos como el de los pueblos originarios o los adultos mayores, elementos que solo podrían potenciar una discusión constitucional”.

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Sobre el actual marco constitucional, la profesora Benavides citó el artículo primero y el artículo 19, número dos y tres de la Constitución vigente, señalando que “en la actual Constitución tenemos los elementos centrales y suficientes para potenciar la participación de las mujeres en distintos ámbitos a futuro, tanto públicos como privados, y tenemos ademas disposiciones expresas de no discriminación. Pareciera que tenemos un marco constitucional que habilita al legislador a establecer regulaciones e instituciones que nos permitan ir avanzando”, señaló, mencionando la creación del Ministerio de la Mujer, la ley de paridad en la conformación de las listas parlamentarias o la ley Zamudio como ejemplos de ello. “Es decir, tenemos un marco constitucional que habilita leyes en este sentido”, resumió.

Asimismo recordó que nuestra estructura normativa tiene dos  aspectos: la constitucional y la internacional. “Por disposición expresa del artículo quinto, ingresan los tratados en materia de DD.HH a nuestro ordenamiento y los tratados internacionales más relevantes Chile los tiene ratificados. Uno puede tener profundas diferencias de opinión pero no tenemos grandes violaciones a esos tratados en materia de igualdad entre hombres y mujeres. Es cierto que hay recomendaciones, pero ellas no constituyen Derecho, algo que tampoco es políticamente correcto de decir. Y el que pretenda que lo sean, tensa el derecho internacional hasta límites en que los Estados se cuestionan si ratificar o no nuevos tratados”.

Finalmente la académica usó como ejemplo la Constitución de Argentina “que tiene muy positivizada la idea de igualdad y de las acciones positivas para conseguirlas”, pero que a pesar de ello, igualmente en ese país se viven graves violaciones a los derechos de las mujeres. En ese sentido, la académica planteó que con un buen marco constitucional como el que otorga la Constitución actual en materia de igualdad de derechos, la solución a largo plazo no es materia legal. “El problema de la mujer en las sociedades es una cuestión cultural que no la vamos a arreglar con otra norma constitucional. Es una cuestión a largo plazo y de políticas públicas, porque ni la ley, ni mucho menos la Constitución, modifican las culturas”, señaló.

“Creo que ya tenemos saldada la deuda constitucional en esta materia y ahora es una cuestión legislativa y de política pública. Si yo pudiese poner algún tema, creo que hay una deuda profunda en la forma en la cual nosotras y nosotros nos aproximamos a la defensa de la familia. Hay que hacerse cargo del trabajo de cuidado de familias y personas realizado por las mujeres. Un trabajo que no es glamoroso y no es retribuido monetariamente. Hay que visibilizarlo y derechamente hacerle algún tipo de regulación”, concluyó.


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Jueves, 10 Septiembre 2020