Con una reflexión de Ignacio Covarrubias, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Finis Terrae, en torno al verdadero sentido de la multidisciplinariedad y la necesidad de que ella se base en una comprensión previa del ser humano, para evitar así que el análisis multidisciplinario se convierta en una “mera suma de saberes” cuyo resultado podría ser “fragmentario e incluso ininteligible”, se dio inicio al seminario “Discapacidad Psíquica y Capacidad Jurídica” organizado por la Facultad de Derecho de la Universidad Finis Terrae.
La primera exposición del encuentro estuvo a cargo de la académica de la Escuela de Psicología de nuestra casa de estudios y doctora en Filosofía por la U. de Navarra, Catalina Cubillos, quien analizó la naturaleza de la discapacidad desde el punto de vista filosófico. Para ello explicó las nociones aristotélicas de potencia, acto y hábito, antes de definir a la discapacidad como “un caso de privación no esencial, la privación del ejercicio de una facultad”. Asimismo abordó la importancia del uso correcto del lenguaje para referirse a las personas con discapacidad, evitando el absurdo de definirlas en función de la propiedad de la cual carecen. Por último, se refirió a la discapacidad intelectual como la más compleja de analizar desde la filosofía. “En la medida que el ser personal no reside en la racionalidad sino en el acto de ser que corresponde a una naturaleza racional, la dignidad humana queda preservada. La unidad personal no reside en la inteligencia como facultad, tampoco en la mente ni en la autoconciencia, sino en el acto de ser propio”, resumió sobre este punto.
Su ponencia dio paso a la exposición del Psiquiatra en Jefe del Hospital Sótero Del Río, Matías Correa quien abordó el acto suicida y su contexto psicopatológico, analizando cómo la libertad de dicho acto se encuentra seriamente afectada, restringida o anulada por ese contexto. Junto con recordar que esta es la principal causa de muerte entre personas jóvenes y que en la gran mayoría de estos casos se presentan trastornos psiquiátricos importantes, el psiquiatra señaló que “esos estados mentales o psicopatológicos, externos a la voluntad, ejercen una coacción y una presión insuperable sobre ella, transformando el suicidio en una suerte de acto no voluntario”. Debido a ello, hizo un llamado a tener “una mirada más compasiva” de las personas que intentan quitarse la vida.
El seminario continuó con la exposición de la académica del Instituto de Bioética de la Universidad Finis Terrae y neuróloga del Pequeño Cottolengo, Beatriz Shand, quien abordó la discapacidad intelectual desde un punto de vista médico, explicando cómo este concepto ha incorporado la interacción de la persona con su entorno como aspecto central, ya que “una persona con una misma dificultad o limitación tiene un desempeño totalmente distinto en términos de su desarrollo personal o social según el entorno en el que se encuentra”. Asimismo explicó cómo este cambio se ha visto reflejado en el diagnóstico, pronósticos, procesos de institucionalización y tratamiento de personas con discapacidad intelectual, el cual busca “darle estrategias a la persona para que finalmente sea artífice de su propia autorrealización”.
El seminario cerró con la ponencia del profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Finis Terrae, Ian Henríquez, quien abordó de manera crítica la desconexión que a su juicio existe entre la acción humana y la teoría del acto jurídico, explicando que esta se ha entendido como “una categoría abstracta, a la cual nos aproximamos analíticamente, inserta en un contexto de pensamiento jurídico que es positivista y nominalista. Finalmente el texto coincide con la realidad porque es quien la crea y no hay una realidad que le anteceda”, explicó. El docente planteó la necesidad de volver a reconectar el acto con el agente y la teoría del acto jurídico con la acción humana, señalando que “el acto jurídico es un acto humano, consciente, voluntario, libre, que produce efectos jurídicos. El acto no es abstracción, es acción. Y no es incausada, sino que es acción de un agente”.
Como vías para esta reconexión, el docente propuso el estudio tanto de la tradición jurídica romana, como del acervo de la interioridad humana desarrollada en los textos de los Padres del Desierto y los maestros del siglo áureo, además de la filosofía de Santo Tomás de Aquino y Karol Wojtyla. “Todos estos materiales muestran un gran conocimiento de la interioridad y la teoría de la acción: ¿por qué hacemos lo que hacemos? ¿Cuántos elementos intervienen en nuestra interioridad a la hora de decidir? ¿Cuáles son los agentes que intervienen en una compleja decisión y cómo ella también se adecúa al acto? De algún modo la capacidad no es uniforme, es una capacidad para algo: no se requiere la misma capacidad para un contrato de compraventa que para adoptar un hijo. Esa finura la hemos perdido”, concluyó.