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Discurso de Catalina Briceño Paredes

La egresada, representando a la jornada diurna, fue la encargada de dirigir unas palabras en la Ceremonia de Egreso

Discurso de Catalina Briceño Paredes

Don Ignacio Covarrubias, Decano de la Facultad; Doña Sara Moreno, Directora de Escuela; Doña Denise Lara, Secretaria Académica; Autoridades de la Universidad, profesores, docentes, compañeros y familiares presentes:
 
Cuando empecé esta carrera, ni en mis mejores sueños pensé que la iba a finalizar de esta manera. Y es que en un comienzo todo es muy difuso, porque a pesar de catalogarnos por 14 años como “estudiantes”, ser estudiante universitario importa un enfoque distinto, implica un cambio relevante al cual debemos enfrentarnos. 
 
La diferencia radical entre el estudiante de colegio y el universitario, es que en este último no es suficiente el simple cumplimiento de los trabajos asignados si a éstos no le adherimos la terea de la introspección, de la autocrítica, esa mirada interior necesaria que verifica si se está construyendo el profesional que pretendemos y queremos ser. El ostentar la calidad de estudiante, implica necesariamente aceptar una responsabilidad social, la que debe ser considerada en todo momento como un incentivo en el proceso de aprendizaje, el que inevitablemente conlleva un estudio constante y persistente, implica un esfuerzo necesario que nos conduce hacia una autoconstrucción perenne, que tiene como resultado dar estructura, solidez y firmeza a nuestras mejores competencias y aptitudes.
 
En este camino, se experimentan todas las emociones existentes y exacerbadas, se llora como nunca y se ríe a carcajadas, te entrega porciones de orgullo y a la vez te enseña a lidiar con la frustración, te dosifica el ego y te invita a escuchar, pero en cada momento y en cada una de esas sensaciones, se reafirma el amor y el compromiso por la carrera.
 
Sin embargo, a esta tradicional experiencia universitaria que describo, debo agregarle ciertos aspectos relevantes que hacen de esta experiencia común, una experiencia personal. Tuve profesores de destacada calidad profesional, lo que es fundamental en esta etapa de formación, no obstante, sus cátedras no sólo tenían por objeto el traspaso de conocimiento necesarios, sino que lograban entregarme enseñanzas más allá de la materia, las cuales atesoro y espero poner en práctica diariamente, porque como me dijo uno de ellos “es indispensable ser buena persona, para ser buen profesional”. También, tuve el privilegio de compartir el día a día con grandes personas, mis compañeros, alguno de lo cuales se transformarán en grandes referentes de la doctrina nacional, como Felipe; y otros que con su esfuerzo, perseverancia y rectitud van a realizar un desempeño destacado de la profesión, como Macarena. Formé relaciones de amistad inquebrantables, sin las cuales este camino se hubiese tornado bastante más tedioso y monótono, juntas encontramos el remedio para el estrés que era nuestro café sagrado, esa pausa necesaria en la que paradójicamente hablábamos de cuán estresadas estábamos, no había más que reírnos de la situación, y así parecía que toda la carga se alivianaba, y es que no hay como ir juntas a la par. Dentro de la universidad recibí mi primer sueldo, pero ese que uno no espera, ese que me entregó la clínica jurídica cuando uno de los patrocinados me dijo “Estamos tan agradecidos, que no hay día en que no rece por usted para que todo le salga bien”, es en ese momento, donde el esfuerzo de cinco años empieza a tener rostro, empieza a tener alma, porque me di cuenta que toda esa nube de conocimientos absorbidos bajaba a la realidad práctica a través de ese rostro, de esa historia, para recibir precisamente ese pago. En este orden de cosas, debo agradecer a la facultad, por proporcionarnos las herramientas necesarias para batirnos en la vida profesional, por su contención y disposición, sobretodo a ti, Flor, por tu entrega, tu alta dosis de paciencia y dedicación al punto de adornar los sobres donde se contienen la tan temidas solemnes. No siento más que afecto y orgullo por mi Alma Mater, y espero contribuir como profesional en el desarrollo y crecimiento académico de ella.
 
La lista de agradecimientos es larga, todos culminamos esta primera etapa gracias a personas cuyo apoyo fue determinante, la familia, aquellas personas cuyo esfuerzo permitió el cierre de esta etapa, aquellos que se despiertan y le hacen frente a la angustia de la mañana, le plantan cara a la vida y se levantan con el pié que les da la gana, aquellos que tantas veces repetían que lo único que podían dejarnos era educación, y cuanta razón tenían, porque nos dieron la mejor arma para enfrentar la vida. Hoy, sólo podemos agradecerles por su esfuerzo y espero que sientan la satisfacción de la tarea cumplida. Sin embargo, quiero tomarme la licencia de agradecerle a mi familia. A ti papá, por tu esfuerzo que no entiende de horarios cuando se trata de nosotros, por tu apoyo, por darme seguridad y contención cuando más lo he necesitado. A ti mamá, por tu mezcla perfecta entre exigencia y libertad, por tu crianza a través de la experiencia, por permitirme errar y estar ahí siempre para levantarme, por tu amor sin límites, por tu intuición maravillosa. A ti Lola, mi vieja linda, por formarme, por conocerme más que yo misma, por ser una estudiante más en este proceso, por sufrir conmigo en las pruebas y por alegrarte en los resultados, por sentir conmigo, sólo espero que Dios te regale muchos años más para que puedas seguir viéndome crecer, ojalá fueses eterna. A ti mi Fran, por ser el mejor compañero que la vida me pudo regalar, por ser mi recreo necesario, mi carcajada diaria y la dosis de tranquilidad que mi día siempre necesita, por entregarme alegría y no problemas, sobretodo, gracias por tu paciencia y amor durante estos cinco años. Espero que ni la vida, el paso del tiempo, o mi cabeza, me permitan olvidar todo lo que ustedes han hecho por mi, todo reconocimiento es de ustedes, porque mi mayor premio siempre ha sido saber que los tengo conmigo.
 


Publicado el:

Lunes, 13 Mayo 2019