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Facultad de Derecho celebró el legado espiritual e intelectual de Karol Wojtyła en centenario de su nacimiento

El encuentro abordó la producción intelectual de San Juan Pablo II y contó con la participación de académicos de las Facultades de Derecho, Artes y Educación, Psicología y Familia de la U. Finis Terrae, además del Rector de nuestra casa de estudios.

Facultad de Derecho celebró el legado espiritual e intelectual de Karol Wojtyła en centenario de su nacimiento

Con una reflexión en torno a lo inseparable que resultaban para San Juan Pablo II los conceptos de justicia plena y misericordia, punto destacado por el Papa Benedicto XVI en carta escrita con motivo de los cien años del nacimiento de Karol Wojtyla, el decano de la Facultad de Derecho de la U. Finis Terrae, Ignacio Covarrubias, dio inicio al encuentro de celebración de este centenario, antes de dar paso a una semblanza biográfica de Karol Wojtyla a cargo de la profesora Ángela Díaz.

En ella, la académica de la Facultad de Derecho de nuestra casa de estudios, señaló que el trabajo intelectual de Wojtyla “fue un aporte muy importante a la filosofía contemporánea, ya en el periodo anterior a su pontificado como en el siguiente”. Una producción filosófica que se centró en la persona y su dignidad, rechazando las ideas de los totalitarismos que reducen la existencia del hombre a objeto, y reclamando “el derecho a la libertad no sólo del hombre sino de la comunidad política”, perspectiva originada en las experiencias vividas en su natal Polonia, producto de invasiones consecutivas por parte de la Alemania Nazi y la dictadura comunista de la Union Soviética.

Luego de una declamación del poema “La Madre” de Karol Wojtyla, realizada por la profesora de la Escuela de Teatro de la U. Finis Terrae, Carolina Araya, se dio inicio al análisis de tres obras claves en su producción filosófica, partiendo por “Signo de Contradicción” (1979), libro de meditaciones que el por entonces cardenal expuso en los ejercicios espirituales que dio al Papa Pablo VI y a los prelados de la curia romana en 1976.

El acabado análisis estuvo a cargo del Director del Centro de Estudios Generales de la Universidad de los Andes, Antonio Amado, quien señaló que en esta obra se encuentran ideas que serían claves en el posterior pontificado de San Juan Pablo II como la filantropía de Dios hacia el hombre, el cómo la tentación primera del Génesis se dirige en última instancia a que los hombres nieguen a Dios y cómo finalmente el progreso para alcanzar mejores condiciones de vida, que es propio de los hombres, también puede ser una prueba divina.

“En ese sentido, San Juan Pablo II analiza de manera maravillosa lo que significa este progreso y hace una pregunta en este texto que es fundamental: ¿progreso o prueba? ¿De qué se trata en realidad? El ser humano, querido por Dios desde el principio como un ser que manifiesta su Gloria gracias al progreso técnico, sin embargo se encuentra en nuestra época con que por razón de ese progreso también es capaz de divinizarse a sí mismo. Y como dice Juan Pablo II, de alguna manera es como arrebatarle el mundo a Dios para decir que lo ha logrado él, que él lo ha alcanzado con su propio poder. Ahora piensa el hombre que el mundo es de él, que ya no es de Dios”, señaló el académico sobre el texto que dio origen a una idea que aparecerá en todas las encíclicas de Juan Pablo II a lo largo de su pontificado: “Donde se está jugando todo, es en la subordinación de la técnica a la ética”, explicó el académico.

Por su parte, la Doctora en Filosofía por la U. de Navarra y académica de la Escuela de Psicología de la Universidad Finis Terrae, Catalina Cubillos, analizó el libro “Persona y Acción” (1969) un profundo análisis del actuar humano desde la perspectiva fenomenológica, escrito por el entonces cardenal Wojtyla. Una obra que a juicio de la académica “logra trascender los tecnicismos propios de esa corriente filosófica para exponer con espíritu crítico y original sus ideas sobre el dinamismo intrínseco de la vida personal”.

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En su exposición, la profesora Cubillos explicó que un problema fundamental que plantea este texto consiste en integrar los dos aspectos de la experiencia humana, la interna y la externa. Y que el propósito central de la obra consiste en “captar a la persona humana no de forma estática sino que dinámica, como sujeto en acción”.

“Para Wojtyla el momento de la eficacia corresponde a la experiencia del ser en el que actúa. Y ello tiene una relación directa con la apertura a la trascendencia: cada ser humano es un agente eficaz que transforma la realidad que lo rodea, nuestras acciones no son irrelevantes como tampoco nuestras omisiones. La realidad de lo posible es también configurada por cada una de nuestras pequeñas decisiones. Podemos generar un mundo más bueno, más bello, más justo o no hacerlo. Cada una de las personas con quienes nos relacionamos pueden tener una experiencia palpable del amor o del odio, de la entrega o del egoísmo, del calor de la bondad o de la frialdad de la indiferencia. Está en nuestras manos el destino de nuestro prójimo porque somos agentes eficaces, responsables de nuestras acciones”, explicó la académica.

En la última exposición del encuentro, el biólogo y Doctor en Filosofía y Letras de la U. de Navarra, Juan Carlos Aguilera comentó el libro  “Amor y responsabilidad” (1960), texto que aborda la dimensión metafísica, antropológica, psicológica y moral del amor. “Un libro de caracter sintético y analitico. Sintetiza vida y doctrina, y analiza a la persona en relación con el deseo sexual, el amor que surge entre el hombre y la mujer, la virtud de la castidad como factor identificable del amor y finalmente el tema del matrimonio y la vocación”, explicó el académico, quien planteó que “el hacerse cargo de uno mismo y del amor de la otra persona” es una de las principales claves del texto, tal como queda en evidencia en un extracto de esta fundamental obra citada durante la ponencia:

“Hay en el amor una responsabilidad, la que toma la persona a la que se la atrae hacia la más estrecha comunión de existencia y de acción, y que, gracias al don de sí, viene a ser, en una cierta medida, propiedad nuestra. Por esto mismo carga uno también con una responsabilidad para con su mismo amor: ¿es verdadero, suficientemente maduro y profundo para no decepcionar la inmensa confianza de la otra persona ni la esperanza, nacida de su amor, de que al entregarse ella no pierde su “alma”, sino que, al contrario, encuentra una mayor plenitud de ser? La responsabilidad para el amor se reduce, lo estamos viendo, a la responsabilidad para la persona, aquella se deriva de ésta y se le retorna. Por esta razón precisamente, hay en esto una responsabilidad inmensa”.

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El encuentro finalizó con las palabras de Cristian Nazer, Rector de la Universidad Finis Terrae, quien calificó la instancia como “una jornada muy enriquecedora”, agradeciendo a los expositores y a la Facultad de Derecho por organizar  “este pequeño homenaje muy sentido de la Universidad Finis Terrae, a este gran hombre que ha hecho mucho por la humanidad y mucho por cada uno de nosotros”. Asimismo  señaló que “este mensaje, que se ha repetido en las distintas intervenciones de diferentes maneras, sobre cómo Karol Wojtyla y luego Juan Pablo II nos fueron enseñando a poner en el centro a la persona, nos llega muy de cerca. Sobre todo a una universidad como la nuestra, en la que nuestra misión precisamente pone allí el foco, en la centralidad de la persona”.


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Miércoles, 24 Junio 2020