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Mario Palma, alumni U. Finis Terrae y defensor penal público: “Para este trabajo hay que tener vocación de servicio; nos dedicamos a defender a personas que la sociedad normalmente no quiere mirar”

En sus 16 años en la Defensoría Penal Pública, ha participado en juicios de alto impacto social y conocido la crudeza criminal. Acá, el jefe de Estudios de la Defensoría Región Metropolitana Sur habla de su trayectoria y su paso por nuestra facultad.

Mario Palma, alumni U. Finis Terrae y defensor penal público: “Para este trabajo hay que tener vocación de servicio; nos dedicamos a defender a personas que la sociedad normalmente no quiere mirar”

Mirando el fin de la tierra desde Puerto Williams –la ciudad más austral de Chile, ubicada en la costa norte de la Isla Navarino–, Mario Palma Navarrete decidió dejar el uniforme de la Armada con el cual navegó desde los 16 años, para estudiar una carrera universitaria. Una “aventura” a la que llegó casi por casualidad, luego de acompañar a un amigo en el proceso de postulación a la Marina durante un día lluvioso, y terminar dando la prueba de admisión solo para no tener que esperar a su compañero bajo el temporal.

“Fue una experiencia que me formó como persona en términos de disciplina y responsabilidad. Algo súper importante después para el desarrollo de la carrera, donde tuve que estudiar en los horarios que me dejaba mi trabajo y donde fui el primero de la familia que llegó a la universidad, lo cual significaba un poco abrirle la puerta a mis primos, servirles de ejemplo de que sí se podía”, recuerda.

–¿Qué lo inspiró a estudiar Derecho en la Universidad Finis Terrae?

–Me llamó la atención que aun cuando estaban partiendo las universidades privadas, tuviera los mismos profesores de la U. de Chile. Eso, más el interés de estudiar una carrera humanista que estuviese muy ligada al servicio y que me permitiera ayudar a las personas, hizo que me decidiera por el Derecho.

Estudió en modalidad vespertina, trabajando de noche en una central de alarmas primero y como “una especie de procurador” de una empresa de cobranza después, para pagar así sus estudios y mantener la independencia que había ganado siendo grumete. Es por ello que los recuerdos de su paso por la Facultad de Derecho de la Universidad Finis Terrae se circunscriben casi exclusivamente a la sala de clases, con elogiosas palabras hacia el profesorado y el personal administrativo de la universidad, cuyas gestiones le permitieron recibir la Beca Presidente de la República. “Era un personal muy cercano, muy cálido, con el cual uno podía conversar todas las dudas, te apoyaban siempre”, recuerda.

Fue otra “casualidad” lo que impulsó al abogado Palma a dar un nuevo giro en su vida profesional. Esta vez no fue la lluvia, sino el afiche en un remate de Valparaíso promocionando un diplomado en derecho procesal penal en la Universidad Católica de esa ciudad. Un posgrado que le permitió postular a la Defensoría Penal Pública en 2005, mismo año de la implementación de la reforma del sistema penal en Santiago.

“En materia penal mi experiencia era muy poca, yo tenía los estudios, la voluntad y la buena disposición; estaba dispuesto a hacer todas las gestiones necesarias, en cualquier momento, para poder salvaguardar los derechos de una persona. Eso me ayudó en la entrevista personal; no hay que quedarse solamente en hacer lo que te piden, uno siempre tiene que dar más. Esa disposición y ese esfuerzo siempre te lo reconocerán de alguna u otra forma tus jefaturas y hará que eventualmente uno se destaque”.

En sus 16 años como Defensor Penal Público, Mario Palma ha visto de todo, participando en centenares de juicios, incluidos algunos de gran connotación pública como el caso de Maria del Pilar Perez y el del jardín infantil Hijitus de la Aurora, donde el encargado de computación de ese establecimiento fue acusado erróneamente de numerosos abusos sexuales contra los niños, mientras su madre –dueña del jardín infantil– fue enjuiciada como cómplice.

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Para el defensor, ese caso que terminó con el abogado querellante expulsado del Colegio de Abogados por su actuar anti ético y con los acusados siendo declarados inocentes, resume “el rol legitimador” del sistema penal que cumple el defensor público y la importancia del actuar ético en la profesión.

“Lejos el caso Hijitus de la Aurora es el caso que más evidencia el impacto que tiene el derecho penal en las personas, un caso donde toda una familia bien constituida, fue destruida simplemente por las mentiras de un abogado querellante que hablaba en televisión cosas que no eran verdad, describiendo lesiones de carácter sexual que no existían en ninguna parte de la investigación (...) Cuando uno obtiene un resultado favorable se da cuenta cómo el sistema penal le afecta a una persona en su honra, en sus derechos más básicos, y cómo uno como defensor, haciendo bien su trabajo en este tipo de casos, puede prácticamente salvarle la vida a ese ciudadano. Hay personas que a pesar de sentirse inocentes se suicidan al interior de la cárcel por desesperación, por sentir que nadie los respalda, que nadie los escucha”, señala.

–Más allá de los conocimientos estrictamente jurídicos, ¿qué valores recibidos en su paso por la Universidad Finis Terrae lo han ayudado a desempeñarse profesionalmente?

–La buena fe en la litigación, las buenas prácticas y la honradez son valores que claramente fueron inculcados en cada una de las clases que impartían mis profesores. Valores esenciales que no se pueden transar y que son tu carta de presentación en cualquier parte.

–¿Qué características debería tener un estudiante que quisiera desempeñarse en la Defensoría Penal Pública?

–Lo primero es tener vocación de servicio público, porque nos dedicamos a defender a aquellas personas que la sociedad normalmente no quiere mirar. Debe tener además la capacidad de asumir causas de investigaciones de delitos que pueden ser complejos y crudos, personas que sean capaces de observar ese tipo de imágenes en casos de homicidios, violaciones, incendios, etc.. Es decir, debe tener una resistencia emocional y psicológica que le permita continuar haciendo su trabajo, no obstante lo crudo que pueda parecer el hecho que se está investigando. Tiene que saber además eliminar sus prejuicios y ser capaz de separar su apreciación personal del rol que la sociedad le asigna a un defensor penal público; que es actuar con objetividad y conforme al conocimiento de los antecedentes que existen en la investigación.

–¿Cuáles son las claves de una buena defensa penal?

–Es súper importante que el relato de la defensa, la teoría del caso, se construya en conjunto entre el imputado y el defensor, proceso donde uno tiene el deber de comunicarle al imputado cuando lo que él relata no se puede probar. Hay muchas defensas –creo que un 70% u 80% de los casos– donde solamente se trata de destruir lo que la contraparte está señalando y atacar las debilidades de la obtención de la prueba. Pero las defensas más exitosas son las defensas activas, es decir, las que poseen pruebas propias y análisis particulares sobre algunos hechos, lo que permite plantearle al tribunal una versión distinta a la que presenta el fiscal.

–¿Qué sentido le otorga a “Ser Mejor”, el lema de nuestra universidad?

–“Ser Mejor” es no conformarse solamente con el trabajo mínimo. Significa destacar en el equipo de trabajo, esforzarse más y de manera continua, ya sea siendo estudiante, al momento de enfrentar una práctica profesional, o en el ejercicio profesional. Es actuar siempre en términos de excelencia.


Publicado el:

Jueves, 31 Diciembre 2020